lunes, 20 de mayo de 2013

Mónaco robará 350.000 metros al mar para ampliar su superficie urbanizable



Un megaproyecto alumbrará una nueva ciudad ecológica que crecerá en la superficie y el fondo submarino


El príncipe Alberto II ha lanzado el más ambicioso de los proyectos urbanísticos de la historia de Mónaco, uno de los más ambiciosos en la historia de las artes del lujo de nuestra civilización: construir para su principado una nueva ciudad, un nuevo «barrio» residencial, acuático y parcialmente submarino, ecológico, destinado anegocios cosmopolitas y el ocio de ultra lujo.
Mónaco es, con el Vaticano, uno de los Estados más diminutos del mundo. Sus fronteras geográficas con Francia son evidentemente intangibles. Tras el «boom» inmobiliario de los años 60 y 70 del siglo XX, el príncipe Alberto heredó un diminuto reino parcialmente «asfixiado» por los rascacielos y concibió, muy pronto, antes de su coronación, el mes de julio de 2005, un mega proyecto urbanístico: ampliar en el mar el terreno urbanizable, robando al Mediterráneo entre 300.000 y 350.000 metros cuadrados, una superficie considerable para un Estado de apenas 2 kilómetros de superficie.
Los primeros proyectos presentados por una cierta élite de la arquitectura y el urbanismo más internacional datan del 2007 y el 2008. El estallido de la crisis financiera mundial paralizó repentinamente los trabajos. El príncipe Alberto deseaba y desea que el nuevo Mónaco del siglo XXI tenga una doble financiación, pública y privada, por un montante de varios millardos de euros.

Cinco años aparcado

Tras cinco años de espera, los consejeros financieros del príncipe, en París, Londres y Nueva York, estiman que ha llegado el momento de relanzar el proyecto de extensión de Mónaco en el barrio/bahía de Portier, entre la reserva acuática de Larvotto y la reserva natural de Spéluges. Hace cinco años, trece grandes grupos internacionales aspiraban a licitar ofertando proyectos propios. El príncipe Alberto ha relanzado el proyecto. Y los grandes constructores mundiales son invitados a licitar, hasta finales de julio, cumpliendo un pliego de cargos muy estricto y ambicioso.
Mónaco espera ganar al Mediterráneo unos 350.000 metros cuadrados de terreno urbanizable, parcialmente submarinos. En esa superficie está previsto construir espacios de juego y recreo, un barrio de negocios y uno o varios barrios residenciales, con pisos y mansiones de ultra lujo.
Hasta ahí, el proyecto es muy tradicional. La gran novedad que aspira a aportar el príncipe Alberto es dar a esa ampliación varias dimensiones ultra modernas, ecológicas, medioambientales y submarinas. El Mónaco del siglo XXI seguirá siendo un enclave estratégico en la geografía mundial del lujo. Pero también será un Mónaco ecologista, a su manera.

Transporte sin emisiones

Los Ferrari, Bentlety y automóviles de gran lujo tendrán un acceso privilegiado, claro está. Pero... los vehículos «ecológicos» tendrán ciertos privilegios fiscales. El nuevo gran barrio de Mónaco será una ciudad de nuevo cuño parcialmente submarina. Habrá espacios de ocio y recreo submarinos, que deberán respetar a un draconiano pliego de cargos. Mónaco tiene dos reservas ecológicas submarinas. La nueva ciudad construida de nuevo cuño deberá respetar esas reservas. Y los «transportes públicos» deberán responder a normas ecológicas muy estrictas.

«Ecochic»

60.000 de los 350.000 metros cuadrados estarán consagrados a residencias de gran lujo, construidas con normas medioambientales muy estrictas: una protección excepcional contra terremotos(Mónaco es una zona de cierto riesgo sísmico), una elevación limitada a los seis pisos, zonas verdes muy abundantes,producción propia de electricidad.
La dimensión ecológica del nuevo Mónaco será capital. Pero deberá ser compatible con la eficacia comercial y financiera más estricta.Lafinanciación será pública y privada, en condiciones que irán negociándose, lentamente. La construcción de la parte submarina del proyecto está evaluada en unos mil millones de euros. La totalidad del proyecto pudiera superar los 15.000 millones de euros. Mónaco espera asociar a los constructores a la futura gestión comercial del proyecto, ofreciéndoles la explotación de una parte significativa de los nuevos espacios comerciales, los servicios consagrados a ocio y al gran lujo.

Una revolución

El príncipe Rainiero, el padre del príncipe Alberto, salvó Mónaco de la ruina económica lanzando los grandes proyectos urbanísticos de los años 60 y 70 del siglo pasado, con los que se ponía fin al Mónaco legendario y difunto de los príncipes rusos y la alta aristocracia, europea que fueron los clientes del Mónaco anterior a la Segunda Guerra Mundial.
El príncipe Alberto heredó un principado definitivamente consagrado a los servicios, la alta finanza y el lujo de nuevo cuño. Y espera consumar una nueva y pacífica revolución del modelo económico nacional, inventando una nueva ciudad con terrenos robados al Mediterráneo. Durante el «boom» inmobiliario de la segunda mitad del siglo pasado, la ecología era una inquietud sencillamente insignificante.
Desde su coronación, el príncipe Alberto subrayó que las actividades filantrópicas y humanitarias, la ecología y el arte, tendrían una importancia significativa en la construcción del nuevo Mónaco del siglo XXI. Se trata de prioridades estratégicas de nuevo cuño en uno de las encrucijadas del lujo de la historia de nuestra civilización.

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