sábado, 18 de mayo de 2013

Museo en Monteagudo



La construcción abraza la ermita de San Cayetano y configura un nuevo espacio público mediante sombras y agua fresca.



Este edificio es, sin duda, un parásito
El edificio se  sitúa en la ladera de mediodía del cerro de Monteagudo.
Se constituye como la primera fase de un proyecto que debe mejorar los accesos al castillo de Monteagudo, rehabilitando éste para convertirlo en un lugar visitable y fundamentalmente seguro.
La ladera del monte es un territorio ocupado históricamente desde la prehistoria y con restos de estructuras materiales desde el mundo argárico hasta nuestros días, pasando por la civilización romana y la árabe.
En particular en el emplazamiento elegido para el Centro de Visitantes se encuentra un poblado argárico en un buen estado de conservación y un yacimiento romano.
En el emplazamiento se sitúa también la ermita de San Cayetano. Lo que le otorga un cierto carácter.
El edificio propuesto tiende a adaptarse a las múltiples condiciones de contorno, dando respuesta a la conservación de los restos y también consolidando el lugar desde un punto de vista formal y dimensional; poniendo especial atención a la integración en la ladera del monte y en su visión desde el castillo.
El edificio es un recorrido y un parásito aferrado al monte.
Como recorrido, resuelve sus accesos mediante rampas que solucionan el problema de la accesibilidad y también la inserción volumétrica de la pieza en el entorno.
Como parásito, se mimetiza en colores y formas y se cubre con una piel de caligrafía vegetal que tapiza la totalidad del edificio.
Su planta baja tiene una vocación pública en el sentido de proyectarse abierta a los vecinos. Sus grandes muros de celosía metálica, a veces correderos, y habitaciones de hormigón construido con rudeza se presentan desnudos. Proporcionan cobijo y conexión con el exterior.
 Es un lugar a la sombra.
En el piso superior se estructuran los usos relativos a las salas de exposiciones permanentes y temporales, es un lugar cerrado y vigilado, que solo se abre para mirar de manera controlada a las mejores vistas de la vega y el castillo. El edificio es también entonces un mirador, una ventana que se convierte en vitrina y que enmarca piezas exteriores que deben ser mostradas para ser aprehendidas.
El edificio se construye en su planta baja con pantallas estructurales de hormigón visto y cierres metálicos. En su remate superior se ejecuta con una estructura metálica que resuelve los grandes vuelos y se cierra con un panel de múltiples hojas que queda sellado con una impermeabilización en caliente; se remata finalmente con una piel de acero cor-tén perforada, que actúa como la capa final de una fachada trans-ventilada que retoma el viejo asunto del clima como contexto.










          




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